lunes, 15 de abril de 2013

Las nuevas necesidades de aprendizaje y el aprendizaje a lo largo de toda la vida



En educación, algo ha cambiado


Desde inicios de la década de los años ’90, cuando la CEPAL publicó sus estudios referidos a la necesidad de articular educación, conocimiento y desarrollo, la Región ha procurado crear las condiciones educacionales, de capacitación y de incorporación del progreso científico-tecnológico con la finalidad de hacer posible la transformación de las estructuras productivas y la consecuente mejora de la calidad de vida.

Este movimiento ha implicado una amplia y generalizada reforma de los sistemas educacionales, lo que se vio reflejado en la extensión de la obligatoriedad hasta 8/10 años de escolaridad básica y en cambios cualitativos que enfocaron una nueva estructura y conceptualización para el sector. Se genera de este modo el movimiento de mejora de la calidad de la educación, los nuevos contenidos disciplinares, el diseño curricular enfocado a la incorporación de los avances científicos y tecnológicos tanto como a la visión democrática y la implantación de diversos modelos de actualización docente. Por otra parte, al tiempo que se fortalecía a la escuela, se comenzaba a diseñar un nuevo modelo de gestión para las universidades, movilizadas esta vez por los sistemas de evaluación y acreditación.

Con un menor grado de impulso, los niveles de capacitación laboral existentes en la región también contribuyeron a la generación de competencias para el aprovechamiento del progreso científico-tecnológico, aunque ha sido evidente que los esfuerzos realizados en esta dirección no han podido cubrir las expectativas y necesidades aún existentes. En efecto, tanto las organizaciones profesionales como gremiales, en el sector público y privado, se encuentran a la espera de la consolidación de una estrategia que favorezca incluir activamente -tanto como conservar en actividad- al grupo etario comprendido entre los 32 y los 55 años de edad. Ocurre que este grupo se ha tornado vulnerable pues las competencias que hasta el presente les sostenía y les mantenía en el circuito productivo se han visto impactadas y, en consecuencia, minusvaloradas, por la velocidad del cambio científico y tecnológico y las grandes tendencias estructurales contemporáneas, marcadas por el ingreso en la sociedad del conocimiento.

Es por ello que algunos pensadores coinciden con las ideas de Ulrick Beck,quien en forma muy temprana introdujo el término “sociedad del riesgo”, para referirse al modo como la tecnología actual ha creado nuevas formas de riesgo que imponen una peligrosidad cualitativamente distinta a la de otras formas de exclusión conocidas en el pasado. El problema en nuestra Región es relevante y requiere la mayor atención ya que, a la necesidad histórica de una política de distribución, se añade la llegada de riesgos “inéditos”, provenientes de un modelo cultural y económico ajeno al contexto local pero impreso como propio  debido a los procesos de globalización.

En este contexto de permanentes transformaciones muchos prefieren emplear el constructo “cambio epocal”, aludiendo así a la modificación de los paradigmas tradicionales y la irrupción de un tiempo en el que no se presentan fronteras precisas puesto que los cambios están siendo dados en un proceso que comprende un lapso muy amplio y extenso. Más precisamente: inédito. De allí que la educación, como dimensión estratégica social, haya pasado a ser considerada como un factor de relevancia ineludible.
La conceptualización del término “educación” ha sido permeable a los cambios aludidos y como consecuencia de ello experimenta un carácter diferencial que requiere considerar algunas de las siguientes proposiciones:
  1. Educar ya no implica una etapa en la vida ni tampoco edades definidas.
  2. La educación debe ahora entenderse como un dispositivo procesual, autónomo y autorregulable, en donde la meta fundamental constituye aprender a aprender.
  3. Al entender que la educación supera la mera acumulación de información, el proceso de acceso y construcción de conocimiento recupera el sentido original de la praxis -preservándole de la práctica autopoiética- para confirmar su fin formativo.
  4. Al no encontrarse circunscripta a una edad ni a contenidos definidos ni a fines instruccionales, la educación debe ahora entenderse como una dimensión que acompaña el desarrollo de la existencia humana a lo largo de toda la vida.

En el marco de estas coordenadas las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) plantean la posibilidad de impulsar una reforma sustantiva, dinámica y escalable, mediante la cual sea factible promover actualización y capacitación al conjunto de personas que requieren formación profesional y laboral. En este sentido, a las universidades se les requiere atender las nuevas necesidades educativas de una población activa mucho más capacitada y con mayores demandas de actualización, a los efectos de permitir que los países sigan siendo económicamente competitivos. Es por ello que se impone advertir que, tal como ha variado el concepto de educación, también se han producido mutaciones en las formas de empleo, las que hasta hace muy poco tiempo eran consideradas como estables, definitivas y seguras.

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