martes, 23 de abril de 2013

Características de la enseñanza a distancia mediada por el uso de las TICs. Sus exigencias y desafíos en el ambiente universitario



Los avances de las TICs han producido cambios sustantivos en la forma de concebir la educación a distancia, la que ahora puede comenzar a desenvolverse bajo formatos que permiten abandonar las antiguas tendencias funcionalistas y/o instruccionales. Pero al tiempo que avanza en sus posibilidades también concentra, cada vez en mayor medida, una serie de preocupaciones que es deseable analizar y considerar, particularmente en los ámbitos en que se definen las políticas institucionales universitarias.
El estado actual de la problemática que plantea esta innovación puede sintetizarse en las siguientes proposiciones, las que refieren básicamente a las modificaciones que debería implementar la universidad de manera de hacer frente a las expectativas de cambio generadas en torno a la introducción de las TICs en la educación.

i)     En primer término, la incorporación de los nuevos formatos multimediales, también conocidos como e-learning y educación virtual, requiere de un esfuerzo institucional que supera ampliamente la dotación de infraestructura y equipamiento. Las universidades que han demostrado ser exitosas en la implementación de esta nueva modalidad, conservando pautas de calidad académica, evidencian que se debe reformular la concepción de enseñanza y aprendizaje y también, esencialmente, la cultura y la organización institucional.
Ello involucra a profesores y alumnos, quienes ya no podrán continuar haciendo lo mismo; a los vínculos que históricamente se han establecido con el conocimiento, debido esencialmente a dos nuevas características paradojales, su acelerada mutación y su disponibilidad casi ilimitada; y finalmente, concierne también al modo de entender la organización y administración académica, la cual deberá asegurar transparencia y confiabilidad tanto como apertura y esencialmente, flexibilidad.

ii) Si la organización de la universidad no es reconsiderada-criticada-cuestionada, el cambio que moviliza hacia la enseñanza basada en tecnología generará la aparición de pequeñas células de producción de innovación de la cual no podrá nutrirse la cultura ni la institución como un todo.

En casi todas las universidades de la Región existe ya alguna experiencia al respecto, pero generalmente estas iniciativas quedan a cargo de personas individuales “que entienden y manejan las TICs”,  o bien, bajo la responsabilidad de los grupos que antiguamente llevaron adelante los departamentos y/o direcciones de educación a distancia. El riesgo de este sesgo en la articulación de la innovación y cambio es bien  visible: de un lado, la incorporación de las TICs se convierte en un asunto meramente tecnológico y de escasa apropiación para el colectivo universitario; del otro, en una nueva oportunidad para el avance y la reinstalación de los discursos didácticos y pedagógicos, a veces muy poco actualizados respecto de la problemática del conocimiento extenso (en web) y los desafíos del futuro (tecnología, sociedad, desarrollo, trabajo en colaboración, etc.).

En el trance hacia la transformación, Jorge Etkin[1] diferencia con lucidez lo que puede implicar la conservación en  la perspectiva de la autoorganización o bien, la apertura hacia el conflicto disruptivo. En el primer caso, la entidad se cierra sobre sí misma, reiterándose en lo cotidiano, sosteniéndose con ánimo autopoiético. En el segundo, abre a la discontinuidad del pensamiento y por tanto, remueve la plataforma de creencias e ideas sentidas hasta entonces como propias. Por ello nos aventuramos a pensar que la innovación educativa, como espacio necesariamente recreativo y reflexivo, es un camino todavía abierto y virgen, deseoso de ser recorrido.

iii) Lo dicho hasta aquí enfatiza una idea que puede resultar interesante para comprender el modo como la innovación tecnológica puede contribuir al cambio, esencialmente porque la educación superior no puede permanecer ajena al potencial que aportan las TICs.

En efecto, no se trata tan sólo de mejoras en el plano de la enseñanza y el aprendizaje, sino de nuevos escenarios para el trabajo en red y colaborativo, para la formación de competencias y destrezas  en el plano de la información y la comunicación, las que son y serán demandadas a los egresados universitarios para su inserción social y laboral. En consecuencia, las universidades deben comprender que la migración hacia la enseñanza basada en las TICs implica un cambio en el modelo pedagógico y que éste exige, a su vez, un cambio en el modelo organizativo, particularmente porque no es posible seguir haciendo lo mismo y/o reproduciendo las estructuras ya conocidas.
La virtualidad se plantea así como una oportunidad para cuestionar lo ya establecido y poder avanzar creativamente hacia espacios de mayor flexibilidad y plasticidad en la construcción del conocimiento. En palabras de Duart y Sangrá: la universidad deja de ser un templo del saber localizado físicamente y temporalmente para convertirse en un espacio compartido y abierto de construcción del conocimiento y facilitador de aprendizajes.[2]

iv)  Aún cuando el papel de la tecnología esté esclarecido y sea concebido como un “medio” para el logro de la enseñanza y el aprendizaje, las universidades deberán hacer el esfuerzo de ajustar sus presupuestos de modo que pueda contarse con equipos interdisciplinarios que faciliten el diseño formativo de los materiales de estudio.[3] Ello implica la producción de textos didácticamente presentados, los que requieren de aportes pedagógicos, disciplinarios, administrativos y tecnológicos.

Para el logro de esta clase de desarrollo la universidad debería facilitar apoyos e incentivos que favorezcan la consolidación de una masa crítica (entre sus profesores) interesada en crear y ofrecer a los estudiantes no sólo actividades, sino esencialmente oportunidades de aprendizaje. Como lo afirma Tony Bates: Para enseñar con la tecnología se requiere un alto grado de destreza, y esto exige una formación no sólo en cuestiones técnicas, sino también en la práctica educativa.

v) En las universidades de América, es preciso asumir que las consecuencias de tener una sociedad basada en información lleva a consolidar el proceso de transición hacia la sociedad del conocimiento en la que la educación superior deberá asumir algún papel. Sin embargo, para lograr su pleno desarrollo y, más aún, para derivar de su intervención acciones que beneficien el desarrollo social, será preciso:

§   Una acción más esclarecida y activa por parte de las universidades, las que deberán acelerar su paso de la difusión a la producción de conocimientos, dejando así una porción mayor de esfuerzos financieros y humanos destinados a la innovación y la investigación.

§   Para que las instituciones de educación superior puedan dar este salto evolutivo se deberán crear nuevos modelos de  gestión, en los aspectos organizativos y también en la forma de concebir la génesis del conocimiento.

§   En un enfoque de esta naturaleza parece importante dejar a la creatividad y la innovación un papel y un rol que hasta el presente ha estado ausente en las universidades más tradicionales.

Las investigaciones en torno a los entornos virtuales de aprendizaje, a sus instrumentos y métodos, pueden ser un excelente camino para descubrir el modelo formativo que requiere una perspectiva social del conocimiento aplicado a los problemas y necesidades de la Región.



[1] Etkin, Jorge. “El determinismo y los rasgos de autonomía en las organizaciones”. En: Enfoques, octubre 2004, 10, pp. 77-82.
[2] Véase en: Duart, Joseph M. y Sangrá, Albert. “Formación universitaria por medio de la web: un modelo integrador para el aprendizaje superior”. En Duart, J. y Sangrá, A. (Comp.), Aprender en la virtualidad, Barcelona, Gedisa, 2000, pp. 42.
[3] Para una ampliación acerca del constructo “diseño formativo”, recomendamos ver: Duart, Joseph M. y Sangrá, Albert. “Aprendizaje y virtualidad: ¿un nuevo paradigma formativo?”. En Duart, J. y Sangrá, A. (Comp.), Aprender en la virtualidad, Barcelona, Gedisa, 2000, pp. 18-20.

miércoles, 17 de abril de 2013

Lanzamiento Portal Educativo de ISTEC

Con motivo del lanzamiento del Portal Educativo de Istec (www.istec.org) a continuación se incluye una entrevista que se me hizo y ha aparecido publicada en América Learning Media

Muchas gracias por el apoyo y por seguirme por este medio. Espero vuestras contribuciones, reacciones, críticas y sobre todo sus propuestas (recuerden que este espacio no es mío sino nuestro).

lunes, 15 de abril de 2013

Las nuevas necesidades de aprendizaje y el aprendizaje a lo largo de toda la vida (parte 3)


El aporte de las TICs a la formación humana


Entre los cambios que caracterizan nuestro mundo contemporáneo se reconoce a la revolución científico-tecnológica como su origen, particularmente por la facilidad que ha posibilitado en el plano del acceso y procesamiento de grandes volúmenes de información. De allí proviene la idea de considerar la existencia de una nueva economía basada en una redefinición de las formas tradicionales de producción, en la cual la génesis del conocimiento científico y tecnológico -tanto como su aplicación- constituye su vórtice y principal fuente de retroalimentación.

Si consultamos los estudios comparados, será posible identificar al avance tecnológico como el factor principal del aumento de los niveles de riqueza y bienestar social en los países más desarrollados. Por otra parte, también se ha podido observar que los sectores más productivos e innovadores se gestan en entornos ligados a la tecnología, creando así un círculo de autodesarrollo en el cual el conocimiento se constituye en la base y sostén para influir positivamente en el avance de la calidad de vida de los países de vanguardia. De allí que se afirme que en nuestra sociedad contemporánea el conocimiento genera la creación de desarrollo.

Aquí nos parece oportuno citar a Peter Drucker, pag. 74, quien de manera muy sencilla confirma las ideas que venimos desarrollando: “Si la cuestión es identificar el área de desarrollo con mayor productividad, la respuesta es el conocimiento. Esto significa, en primer lugar, asistencia educativa y, luego, la promoción de la tecnología de la información. Sin fortaleza en la base del sistema educativo, aumentar la productividad del conocimiento es casi imposible”.

En efecto, si no se desea generar o contribuir a la generación de la división digital, entonces será preciso que el desarrollo de Internet penetre en las capas educativas y culturales. Sin embargo, es necesario reconocer que las aplicaciones de las TICs en el ámbito formativo es posible que permanezcan todavía restringidas, debido, esencialmente, al hecho de que no tienen un mercado inmediato. De allí que el desarrollo de las NTICs con fines educativos deba establecerse con una política que favorezca un enfoque social, involucrando a las universidades públicas y privadas.

En nuestros países, caracterizados por grandes extensiones geográficas y núcleos poblacionales aislados, el acceso al conocimiento se encuentra condicionado por variables espaciotemporales o bien por la capacidad de acceso a la información mediante las TICs. Por ello el desafío que enfrentamos consiste en disponer de las condiciones propicias para que el colectivo social pueda hallar las condiciones apropiadas para desarrollar su capital de conocimiento e infraestructura tecnológica en forma ajustada a sus necesidades, acortando la brecha que le distancia de una mayor calidad de vida.

En este contexto los estudios avanzados y la actualización profesional a través del uso de la NTICs constituyen una instancia formativa accesible y dinámica, capaz de acercar innovación, gestión y producción en el área del conocimiento que la vida productiva requiere, sin exigir el desplazamiento geográfico del interesado ni la interrupción de su vida y entorno cotidianos. La educación puede asumir, bajo estos formatos no estandarizados, la prestación de un servicio continuo de capacitación y generación de nuevo conocimiento -a partir de la interacción con información remota y por tanto accesible a través de Internet-, ofreciendo la deseable integración de sectores sociales para quienes se torna posible hallar una instancia formativa en el momento en que la precisan.

Aquí nos parece importante confirmar que nos estamos refiriendo a la educación como una oportunidad de formación continua, a lo largo de toda la vida, aplicable a todas las personas, en países con diverso nivel de desarrollado. En el nuevo contexto de la sociedad del conocimiento ya no se espera que la educación permanezca fijada en la etapa de formación inicial sino que acompañe en forma permanente al sujeto, en todas las etapas de su vida, incluso después de los 60/70 años.

Así se sostiene también en la Unión Europea, donde el papel de la educación y su contribución al desarrollo fue recientemente analizado en el Seminario de Bologna, a partir de lo cual se definieron, entre otras, las metas que orientarán el desarrollo de la universidad europea en los próximos años. En detalle, se fijaron cuatro propósitos importantes:

(i)            preparación para el mercado de trabajo; 
(ii)            preparación para la vida como ciudadanos activos en sociedad democrática; 
(iii)           desarrollo personal; 
(iv)           desarrollo y mantenimiento una base de conocimiento actualizado y continuo.

Sin embargo, el acceso y uso eficiente de las TICs plantea la necesidad de que los destinatarios desarrollen calificaciones que la educación tradicional todavía no ha logrado incorporar a sus planes de estudio. Por ello la formación inicial tanto como la actualización profesional deberá estar atenta al desarrollo de competencias complejas, entre las que mencionamos a las siguientes:
  • Buen nivel de comprensión lectora y destreza para comunicarse en forma escrita.
  • Capacidad para desenvolver procesos de aprendizaje en forma relativamente autónoma.
  • Capacidad para comprender situaciones problemáticas en forma global y al mismo tiempo de modo analítico (parte a parte).
  • Posibilidad de realizar “navegación” en los conocimientos, logrando identificar la información y el modo más eficiente de procesamiento.
  • Capacidad para observar y auto-observarse; para evaluar y autoevaluarse.
  • Capacidad para trabajar en forma colaborativa.

Las nuevas necesidades de aprendizaje y el aprendizaje a lo largo de toda la vida (parte 2)


Los desafíos educativos ante la nuevas características de empleo

Según un informe de María Antonia Gallart, realizado en colaboración con investigadores en cinco países (Argentina, Chile, Colombia, México y Perú) de América Latina, se han producido cambios sustantivos en el mercado de trabajo, los que se evidencian con una tendencia a la flexibilización del empleo y a la demanda de mayores calificaciones. Se trata de una transformación productiva y ocupacional, la que se puede caracterizar como un cambio tecnológico y también organizacional, con rasgos que resulta interesante reconocer por las consecuencias que podrían deducirse para los sistemas educativos y la universidad en particular. Veamos a continuación algunas de estas características del nuevo mercado de trabajo
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  • Debido a mayores niveles de automatización en la línea de producción y a cambios que han impactado la organización, esencialmente como consecuencia del ingreso de la tecnología de la información, puede observarse que las grandes fábricas tanto como los sectores estatales se componen cada día con menor personal. Ello ocasiona que los nuevos puestos requieran de perfiles profesionales especializados, muy calificados, de manera que cada nuevo trabajador sustituye a varios menos cualificados.
  • Muchos de los nuevos trabajos son a tiempo parcial o con contrato temporal y la mayor parte de los empleos nuevos reciben un salario relativamente bajo.
  • Al menos dos tercios de los nuevos puestos de trabajo los ocupan mujeres.
  • En casi la mitad de los empleos que se crean se pide el título de licenciado o diecisiete años de escolarización.
  • La imagen tradicional de un trabajo para toda la vida en un negocio o un organismo concretos, con una pensión segura al final, corresponde a un porcentaje cada vez menor de la población.
  • Los cargos directivos medios de tipo general, que requieren poca o ninguna experiencia profesional o técnica, están desapareciendo rápidamente.
  • Los jóvenes que acaban sus estudios universitarios podrán ocupar puestos como trabajadores no cualificados o semicualificados. Muchos de ellos serán desempleados, y un porcentaje considerable tendrá que reciclarse cada pocos años.
  • Para conservar el empleo se requerirá una formación cada vez de mayor nivel y serán necesarias la formación o actualización profesional, sólo para poder conservar el empleo.
  • Debido a la gran movilidad existente en el mercado laboral, se prevé que una persona deberá reciclarse al menos cinco veces durante su vida laboral, lo cual le demandará aproximadamente tres meses de aprendizaje a tiempo completo.
A la luz de estos enunciados puede comprenderse que la educación y la actualización profesional constituyen una necesidad de la población activa, lo que nos lleva a enfatizar la idea de que dicha formación debe tener carácter continuo a lo largo de la vida de la persona, debido esencialmente a los requerimientos que implica mantenerse en situación de “inclusión social y productiva”.
En este contexto, la universidad tiene mucho por hacer. En primer término, porque la formación inicial ya no es suficiente y al posgrado se debe ahora añadir programas de formación continua. En segundo lugar, porque las sucesivas transformaciones sociales, económicas y culturales plantean la necesidad de asumir un nivel de flexibilidad que hasta el presente no ha sido considerado como “académico”, generando en algunos casos su segmentación bajo la forma de un departamento de estudios continuos o de extensión. Ocurre que la necesidad de ofrecer “programas a medida” ha sido en muchos casos el origen del formato diploma y se desconoce el verdadero potencial y contribución que éstos prestan a la universidad y a la sociedad en general. En tercer lugar, porque el empleo de las TICs facilita y amplía las posibilidades previamente existentes.
De hecho, los estudios en terreno realizados en América Latina confirman estas tendencias. Según los informes de Ernesto Kritz la empleabilidad está asociada a la dotación de capital humano de las personas y ello influye en la calidad de la inserción en el mercado de trabajo. Por tanto, en términos generales podría afirmarse que desocupación o empleo de baja calidad se encuentra fuertemente asociado con menor dotación cultural y escasa o nula capacitación profesional. A los fines de nuestra presentación, citaremos aquí solo algunos datos, los que se incluyen bajo el Cuadro “Empleabilidad y nivel de acceso a educación y capacitación”.

Cuadro 1: Empleabilidad y nivel de acceso a educación y capacitación

Empleabilidad

Buena calidad laboral

Baja calidad laboral


Desocupados

Desocupados menores de 24 años
Nivel educativo
Completaron la escuela secundaria (55%)
No completó la escuela secundaria (76%)

No completó la escuela secundaria (72%)
No completó la escuela secundaria (76%)
Acceso a las NTICs
Poseen conocimientos de computación (35%)
No tienen conocimientos de informática (90%)

No poseen conocimientos de computación (71%)
Desconocen las herramientas informáticas (74%)
Acceso a capacitación
Efectuaron cursos de capacitación (55%)
Nunca hicieron un curso de capacitación (80%)
No hicieron cursos de capacitación (67%)
No hicieron cursos de capacitación (87%)

Resulta impostergable implementar una nueva y completa oferta educativa que facilite a las personas tomar la formación de forma permanente, de acuerdo a las exigencias y demanda que le presente el medio sociocultural. Es por ello que adherimos a las afirmaciones de Carles Sigalés, cuando indica que la universidad va a tener un importante protagonismo en los procesos de formación a lo largo de la vida, ya sea por las necesidades de actualización, mayor especialización o reorientación de la carrera profesional de un creciente sector de la población, o bien por la facilidad con que las TIC permiten acceder al conocimiento y ofrecer segundas oportunidades a sectores de población que tuvieron que abandonar prematuramente sus estudios universitarios o que en circunstancias anteriores no habían podido tener acceso a ellos.

Las nuevas necesidades de aprendizaje y el aprendizaje a lo largo de toda la vida



En educación, algo ha cambiado


Desde inicios de la década de los años ’90, cuando la CEPAL publicó sus estudios referidos a la necesidad de articular educación, conocimiento y desarrollo, la Región ha procurado crear las condiciones educacionales, de capacitación y de incorporación del progreso científico-tecnológico con la finalidad de hacer posible la transformación de las estructuras productivas y la consecuente mejora de la calidad de vida.

Este movimiento ha implicado una amplia y generalizada reforma de los sistemas educacionales, lo que se vio reflejado en la extensión de la obligatoriedad hasta 8/10 años de escolaridad básica y en cambios cualitativos que enfocaron una nueva estructura y conceptualización para el sector. Se genera de este modo el movimiento de mejora de la calidad de la educación, los nuevos contenidos disciplinares, el diseño curricular enfocado a la incorporación de los avances científicos y tecnológicos tanto como a la visión democrática y la implantación de diversos modelos de actualización docente. Por otra parte, al tiempo que se fortalecía a la escuela, se comenzaba a diseñar un nuevo modelo de gestión para las universidades, movilizadas esta vez por los sistemas de evaluación y acreditación.

Con un menor grado de impulso, los niveles de capacitación laboral existentes en la región también contribuyeron a la generación de competencias para el aprovechamiento del progreso científico-tecnológico, aunque ha sido evidente que los esfuerzos realizados en esta dirección no han podido cubrir las expectativas y necesidades aún existentes. En efecto, tanto las organizaciones profesionales como gremiales, en el sector público y privado, se encuentran a la espera de la consolidación de una estrategia que favorezca incluir activamente -tanto como conservar en actividad- al grupo etario comprendido entre los 32 y los 55 años de edad. Ocurre que este grupo se ha tornado vulnerable pues las competencias que hasta el presente les sostenía y les mantenía en el circuito productivo se han visto impactadas y, en consecuencia, minusvaloradas, por la velocidad del cambio científico y tecnológico y las grandes tendencias estructurales contemporáneas, marcadas por el ingreso en la sociedad del conocimiento.

Es por ello que algunos pensadores coinciden con las ideas de Ulrick Beck,quien en forma muy temprana introdujo el término “sociedad del riesgo”, para referirse al modo como la tecnología actual ha creado nuevas formas de riesgo que imponen una peligrosidad cualitativamente distinta a la de otras formas de exclusión conocidas en el pasado. El problema en nuestra Región es relevante y requiere la mayor atención ya que, a la necesidad histórica de una política de distribución, se añade la llegada de riesgos “inéditos”, provenientes de un modelo cultural y económico ajeno al contexto local pero impreso como propio  debido a los procesos de globalización.

En este contexto de permanentes transformaciones muchos prefieren emplear el constructo “cambio epocal”, aludiendo así a la modificación de los paradigmas tradicionales y la irrupción de un tiempo en el que no se presentan fronteras precisas puesto que los cambios están siendo dados en un proceso que comprende un lapso muy amplio y extenso. Más precisamente: inédito. De allí que la educación, como dimensión estratégica social, haya pasado a ser considerada como un factor de relevancia ineludible.
La conceptualización del término “educación” ha sido permeable a los cambios aludidos y como consecuencia de ello experimenta un carácter diferencial que requiere considerar algunas de las siguientes proposiciones:
  1. Educar ya no implica una etapa en la vida ni tampoco edades definidas.
  2. La educación debe ahora entenderse como un dispositivo procesual, autónomo y autorregulable, en donde la meta fundamental constituye aprender a aprender.
  3. Al entender que la educación supera la mera acumulación de información, el proceso de acceso y construcción de conocimiento recupera el sentido original de la praxis -preservándole de la práctica autopoiética- para confirmar su fin formativo.
  4. Al no encontrarse circunscripta a una edad ni a contenidos definidos ni a fines instruccionales, la educación debe ahora entenderse como una dimensión que acompaña el desarrollo de la existencia humana a lo largo de toda la vida.

En el marco de estas coordenadas las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) plantean la posibilidad de impulsar una reforma sustantiva, dinámica y escalable, mediante la cual sea factible promover actualización y capacitación al conjunto de personas que requieren formación profesional y laboral. En este sentido, a las universidades se les requiere atender las nuevas necesidades educativas de una población activa mucho más capacitada y con mayores demandas de actualización, a los efectos de permitir que los países sigan siendo económicamente competitivos. Es por ello que se impone advertir que, tal como ha variado el concepto de educación, también se han producido mutaciones en las formas de empleo, las que hasta hace muy poco tiempo eran consideradas como estables, definitivas y seguras.